La guaguita anunciadora de la oficina de Sanidad

por Justo Ml. Luperón (Frank Adolfo)

Con Bermúdez “Cara de Gato” y el inefable Checho, afanoso; con su voz casi ronca, de tanto vociferar por esas calles de Dios, en su viejo jeep, a veces se tornaba su rostro colorao, sudoroso; pero siempre le imprimía a sus anuncios una dinámica jocosa, alegre, mientras recibía en ráfagas al vuelo, mis clases de locución callejera; una especie de docencia por asimilación visual auditiva, práctica.

En ese interín por allá por 1958, si mal no recuerdo, -bueno no importa, pues los datos precisos están reservados para el libro: Autobiografía de Justo Manuel Luperón Féliz (Frank Adolfo, El Declamador), las gentes de Radio Baní, nos traen a Barahona la instalación de una radiodifusora, que luego es bautizada como Radio Barahona, “La Voz del Birán”.

Su gestor, don Antonio Lama; su hijo Eduardo, director. Ofrézcome, !bendito sea el Señor!. !Qué emoción!. La sangre se me agolpaba con fuerza avasalladora por mis arterias y venas corriendo como potro a galope por praderas interminables.

Escuchar esas voces, privilegiadas, que nos regaló mi pueblo en talentos inigualables, fue un lujo: Rhina Vólquez, Luisa Padilla, los maestros Don Rafael Pineda (la voz más completa que hemos tenido en nuestra radiodifusión local –y, cuidado-); Reinaldo Carrasco Ruíz. Verdaderos profesionales sin parangón. Qué va,! las gentes que vinieron desde Baní, nada tenían que hacer por los alrededores de esta “Perla del Sur” que ya brillaba airosa.

Era el tiempo que nuestro Yorik Piña llegaba desde la capital con sus muñecos bajo el brazo uno, sobre la pierna otro; y, el que siempre guardaba, en su maleta de color verde.

Yorik Piña

Aunque el muñeco de más edad tenía sus rasgos de sabiduría, Tommy (así se llamaba uno de ellos), tenía la gracia y el candor del atrevimiento. Yorik, ventrílocuo, muy experimentado, había conquistado admiración en la radio televisión “La Voz Dominicana”. Sin embargo, como todo romántico, en vez de cultivar y guapear en su hábitat, se viene a Barahona a trabajar con los suyos.

Un líder indiscutido y un orgullo de las tropas de la iglesia “Santa Cruz de Barahona” con el Padre Gumercindo, el Sabio y el Padre César (también el inefable Sacristán, Ciprián, querido por todo mundo) que se granjeó a la muchachada que todas las tarde-noche se la pasaba en el patio, dentro y frente a la iglesia, como si se convocara a misa.

Puedo recordar, tímidamente, a todos los citadinos: los hermanos Tezanos, Candito y Domingo; Carlos Ayala, los Luises: Peláez, Suárez y Ramírez; Gustavo Terrero (Biliboa) , Vitico Terrero, José Frank Lama, el hijo de doña Dora, la dueña del colmado de la esquina Apolinar Perdomo 1-A, y María Montez, en el mismo edificio donde después funcionó Radio Barahona (ahí trabaje yo por un largo período).

También quiero destacar esto, la ubicación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día por su edificación de estilo arabesco –ya averiguaré, quienes fueron los propietarios y quienes edificaron el inmueble.

Es justo decir, que estaba en esa tropa, el legendario flaco, super cachanchán de Yorik, Lorenzo Veloz, además del dinámico hermano scout, Monchín; Rodolfo el pequeño gigante, otrora presidente de la Asociación de barahoneros en la ciudad capital, Santo Domingo, Gilberto Suero, los hermanos Pou, los hermanos Quezada, el menor de los hijo de don Teté Cuello, el de la esquina Famosa por las batidas de leche, Radhamés Trinidad y hermano, los hermanos Victoria, los Freddy’s “la Turba” y “Mariguana”, Joaquín Peláez, Los Vargas, Chiqui y Pique, El Gordito de Oro (tremendo musicólogo), El hombre orquesta Frank Matos y Saúl Rodríguez, músicos, por quienes aposté confiando en su amplia capacidad para competir con el Grupo de Rock “Los CC”, a quienes contraté en la ciudad Capital para que vinieran a Barahona a un debate con mis pupilos, en el Teatro Ercilia. y uff … una extensa cadena de etc.

En fin, una caterva de pelaos que nos la pasábamos entre los frío frío de la esquina, frente a la casa roja de los Sueros, sino donde nuestro consentido don Felipe, el Rey de las natillas con su enorme pasa y almíbar, que tenía el valor de fiarnos, de vez en cuando.

Siempre cumplíamos con ese benefactor. Fue nuestro cómplice, en todo momento de nuestro desarrollo. Un padre sustituto. Dios le bendiga donde quiera que estés.

Bueno. Déjenme decirles, qué paso con la Guagüita de la Oficina de la Sanidad, que manejaba el respetado, pequeño hombre de tamaño, blanco como la leche, Don Quirilo, y cundío de hijos, inclusive mi compadre, cantante muy bueno con tonos de tenor. (Voz principal del Orfeón que preparábamos en el Instituto de Bellas Artes, años después) Cabe destacar, haciendo justicia, que todos los hijos del Inspector cantaban, y, muy bien. (Recordarán que he dicho, los detalles precisos se aportarán en su oportunidad y con amplitud) .

Lo que sucede es que llegó a Barahona una guagüita gris con bocinas y micrófono. No sé cómo llegué a ser contratado (pudo haber sido a instancias del señor inspector, pues fue grande amigo de mi señor padre) para perifonear por todos los rincones del pueblo y sus municipios aledaños. El caso era, una campaña por epidemia, que las autoridades sanitarias debían advertir a la población, para vacunarse.

El trabajo cayó del cielo. En el mismito sabor. Ni Checho me ganaba yo con el micrófono en mano sudé la fiebre de micrófono y perfeccioné el manejo del mismo. Acción mañana y tarde, un trabajo intenso, nunca me cansé, siempre quería más.

En eso, ya Yorik iniciaba sus programas de aficionados en la nueva Radio Barahona, en el local del Flamingo Bar, primer periplo.

Una verdadera hemorragia de talentos que desfilaron. Intento, del portento que ha sido Yorik Piña, para nosotros. La suerte mía es que Yorik, se bifurcaba en un mar de actividades y tan pronto asumía una, como fácil la dejaba y se arrastraba a otras: deportes, teatro, tertulias, clubes, “Los Buenos Amigos”, veladas, debates. Yo estudiaba, leía y les daba a los libros pela tras pela, devorándolos,  escuchando emisoras como Radio Habana Cuba, CMQ; Radio Rumbo de Venezuela, Radio Caracol y todo el día las emisoras de Puerto Rico, porque esas emisoras entraban a Barahona, mejor que La Voz del Trópico y La Voz Dominicana, amén de las más cercana, Radio Bani, La Voz del Sur. Entonces comprendía a Yorik en su carrusel de febril evolución.

Sin contar los padrinazgos de jóvenes que no tenían la aceptación en la sociedad excluyente, en Yorik encontraban el puente para cruzar los vericuetos de la sociedad y éramos todos unos, machos ya privones y las hembras, tímidas y recatadas; una verdadera familia de barahoneros que despuntábamos a una vida en sociedad con dignidad y orgullo de ser algo útil. Inclusive en la política, donde el barahonero a sido bueno en todos los terrenos.

La guagüita anunciadora me dejó una dinámica y había perdido el miedo escénico y ya me apresuraba a ir a la radio a diputarle a Ángel Darío Canario, Alcides Lagares, como a Milcíades Vargas una posición dentro del plantel. Estos tenían el control de la popularidad, entre los locutores emergentes, ya yo hacía maestría de ceremonia en el Partido Dominicano, ahí ganaba puntos pues, le metía mano a las multitudes. Con apenas 15 años y ya guapeaba ante el micrófono, aunque me quemaron dos veces, por la edad, cuando atrevidamente me lance al examen.

Siempre he sido así: me disparo, no tengo temor. Luego, enfrenté a estas glorias, Lic. Bruno Pimentel, y Don Ramón Rivera Batista; Jaar Ferreiras, quien –dicha oportuna- fue uno de mis profesores de locución en Radio Televisión Dominicana, donde obtemperé como compañero de curso con Jhonny Ventura (aún no llegaba a brillar su estrella: era el güirero de la Super Orquesta San José del maestro Papa Molina). Me toco lidiar, con estos turpenes como examinadores de la Comisión de Espectáculo Público y Radiofonía …obtuve mi carnet. (Sin payola. Ok)

Pero. ¿Cómo desarrolla “Producciones FA”. La de los Grandes Espectáculos”?. Espérate que vengo ahora. Nos vemos en la próxima.

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