INSTITUTO DOMINICANO DE PERIODISTA

DESARROLLO:
El rol de los periodistas está contenido en su marco ético, aquel que describe y rige su comportamiento. La ética periodística constituye uno de los componentes de la cultura profesional de los periodistas. Por cultura –en sentido amplio y según generalmente el término es usado- se entiende un conjunto socialmente compartido de ethos (valores, hábitos y costumbres), mos (moral: normas, reglas y códigos), doxa (impresiones, opiniones, creencias,), episteme (conocimientos), actitudes (acciones generadas por ella y objetos (monumentos, documentos, instituciones, hechos y en general manifestaciones sociales). La cultura profesional de los periodistas ha sido descrita como “una mezcla de códigos, esteriotipo, símbolos, representaciones de papeles, rituales y convenciones, relativos (a) a la función de los medios y de los periodistas en la sociedad y (b) a la concepción del producto-noticia, y a las modalidades que guían su confección. El conjunto se traduce en una serie de practicas profesionales adoptadas e interiorizadas como naturales…”1. La cultura no es vivida subjetivamente como convención, sino como naturaleza, como algo propio y constitutivo del ser, en ese caso del ser periodista, del individuo que es periodista. Aunque muchos de los componentes de la cultura operan en ese ámbito
de lo inconsciente,. La ética es un producto colectivo racional, a reflexión del grupo o sus representantes o líderes acerca de su ethos, lo que se traduce en un conjunto objetivo de normas, en un discurso moral, normativo, en un texto: los llamados códigos de ética. El discurso ético es descodificado, interiorizado e interpretado por cada individuo según su propio marco de referencia ético interno, incorporándolo a éste en forma plena, de manera negociada o resemantizando críticamente sus términos2. Será esta conciencia moral subjetiva la que determinara finalmente en contextos específicos, en interacción sus emociones, las actitudes de cada periodista individual, conducta que resultara concordante o no con la literalidad del código.
La cultura –y con ella la ética- son resultado y simultáneamente causa, al interior de una sociedad o grupo específico, del devenir progresivo de la experiencia histórica. En el caso de quienes en el seno de la sociedad occidental actual ejercen la profesión de periodista, se han ido construyendo como síntesis de la tensión, contradicción e interacción permanente entre los poderes del Estado, del Mercado, de la Sociedad Civil, de los Ciudadano, de las empresas periodísticas y de los propios periodistas, efecto de una competencia generalizado por abrir o restringir espacios al ejercicio de las diversas libertades involucradas (de investigación, de información, de expresión, de opinión, de conciencia, de imprenta, etc.), reglamentando roles, facultades y límites, derechos y deberes, lo que se ha ido materializando en las diferentes normativas internacionales, nacionales y códigos de ética profesionales.
De la variedad de códigos de ética periodísticos, así como de opiniones de periodistas que han reflexionado acerca de su quehacer (“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda”) es posible formular una normativa que sintetice en pocos principios lo fundamental de la ética de los periodistas:
1.- Informar veraz, exacta, amplia y oportunamente
2.- Investigar e interpretar y opinar desde el interés público (del Pueblo, de la Sociedad civil, de los Ciudadanos, del Bien Común de la sociedad).
3.- Difundir, exigir y defender de manera preactiva los derechos y deberes personales y colectivos.
4.- Fiscalizar con independencia a los poderes del Estado, del Mercado y de la Sociedad Civil.
Informar veraz, exacta, amplia y oportunamente:
Este imperativo ético aparentemente tan sencillo de comprender, remite a temas epistemológicos relacionados con las nociones de “verdad” y “objetividad”, así como de “información” y de “valor periodístico”, exigiendo una reflexión en torno a ellos que no se puede eludir si se quiere precisar a que se esta refiriendo esta regla. Ningún periodista –o empresario periodístico- puede adquirir un compromiso ético al respecto en forma seria, sin reflexionar sobre el preciso significado de estas nociones, mas allá de lo que dicta el sentido común, o de lo que se cree sin mayores profundizaciones. Ahondar en ello para una opción consciente es imprescindible, pero no compete a este breve trabajo. No obstante, nuestro propósito quedaría inconcluso, si al menos intentáramos abrir un espacio a la duda, a las preguntas, a la motivación para seguir profundizando.
El tema de la verdad y consecuentemente de la objetividad, supone considerar un conjunto de premisas o supuestos previos, básicos, no necesariamente demostrados ni conscientes, que una comunidad científica o disciplinaria suele dar por hechos y compartir (paradigmas), cimientos y andamiaje sobre y desde los cuales se va construyendo el conocimiento. Muchas veces las personas no son conscientes de que socialmente se les ha impuesto un determinado paradigma y piensan, hablan y deciden desde concepciones del mundo, la sociedad y las personas, desde mitos, representaciones sociales y esteriotipos, desde modelos de situación y modelos de contexto, que consagran, justifican y reproducen su modo de vida y su rol en la sociedad, y las impelen a aceptarlos como naturalmente dados. Respecto de la verdad y la objetividad, suele creerse que el mundo objetivo esta ahí, fuera de la mente, al alcance de los sentidos, que es plenamente cognoscible, que puede ser objetivamente capturado en el acto de conocer y que la verdad es dar cuenta de ello neutral y objetivamente. El deber del periodista seria en consecuencia buscar la verdad y difundirla de
manera clara, completa, amplia y oportuna. Tal formulación parece ingenua y distante de las vivencias que los profesionales del periodismo experimentan en el día a día.
REFERENCIAS:
Para la realización de este trabajo nos hemos servido de notas, apuntes y citas del autor y periodista Chileno, Juan Jorge Foundes.
2.- Lasgni, Cristina, “La maquina de la cultura: algunas propuestas para la investigación”, en VV.AA., Investigación sobre la prensa en Chile (1974 – 1984), Santiago de Chile.
3.- Estudios de la recepción. El receptor como recreador del mensaje: descodificación dominante, negociado y de oposición (Cfr. Stuart Hall, “Encodificacion/Descodificación”, 1973, citado en Mattlart, Armand y Michelle, Historia de las teorías de la comunicación, Barcelona, Paidos Comunicación, 1997, p. 74
4.- Cuadernos de Chasqui, Revista Latinoamericana de Comunicación, No. 10, “Códigos de Éticas de los Periodistas”, Quito, Ediciones CIESPAL.
5.- López Reyes, Oscar, La etica en el periodismo, Rep. Dom. 1995. p. 135.
6.- El español Porfirio Barroso Asenjo (Codigos Deontológico de los Medios de Comunicación, Madrid, Ed. Verso Divino. 1984, citado por Oscar López Reyes. Pp. 132-133) menciona 21 códigos entre 1910 y 1994
7.- Horacio Verbisky, Un mundo sin periodistas, Buenos Aires, Planeta, 1998, p. 16
Trabajos extractados del servidor electrónico http://www.saladeprensa. Org.
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