BICENTENARIO DE DUARTE

Juan Pablo DuartePadre de la Patria
Juan Pablo Duarte
Padre de la Patria
Por  Luis Eduardo Díaz Franjul /eduardofranjul@yahoo.com
El pasado siglo estuvo matizado por una lucha armada de diferentes matices y colores. Varios movimientos caudillistas y gobiernos (1900-1930), dos intervenciones militares norteamericanas (1916 y 1965); la invasión de Luperón (1949), de Constanza, Maimón y Estero Hondo (1959). El levantamiento guerrillero Las Manaclas (1963), la Revolución de Abril (1965) y el desembarco Playa Caracoles (1973), al que antecedió el aniquilamiento del comando guerrillero Los Palmeros (1972) de parte del ejército dominicano, acción en la que perdieron la vida cuatro valientes jóvenes. Cabe mencionar la dictadura de Trujillo (1930-1961), un Consejo de Estado (1962-1963), el primer gobierno democrático post Trujillo (Juan Bosch – 1963), el golpe de Estado a Juan Bosch (25/9/1963), el Triunvirato (1963-1965), un gobierno provisional (1965-1966) y una renovada democracia nacida de la voluntad popular en el interregno 1962-1999…y contando. CONCLUSION: “EL MEJOR REGALO A DUARTE EN SU BICENTENARIO ES LA ESTABILIDAD DEMOCRATICA DESDE MEDIADOS DEL PASADO SIGLO HASTA NUESTROS DIAS”.
 
Dentro de todo ese patrimonio la inquebrantable fe cristiana del pueblo dominicano, a pesar de la peste que enferma la espiritualidad de la sociedad y la salud de la Nación. Me refiero a la delincuencia y el narcotráfico (ausentes en la dictadura) y la corrupción e impunidad (presentes en la dictadura y en la democracia), con el ingrediente del crimen organizado. En medio de todo el manejado cliché que adorna al “noble y trabajador pueblo dominicano que siempre lucha por salir adelante”, para no entrar en detalles de política sino más bien para advertir de los factores que impulsaron la toma del poder de parte de Trujillo en 1930, con la esperanza de que esos sucesos no se vuelvan a repetir…al menos que la democracia dominicana vuelva y les abone el camino.
 
Con el transcurso del tiempo algunos antónimos se han convertido en sinónimos, por ejemplo:/ voto de conciencia-“voluntad popular” / democracia-partidocracia / política-clientelismo / corrupción-impunidad /, etc., algo raro si nos remontamos al 1844. Lo que no es raro es la Patria como sinónimo del ideal de Duarte o los Trinitarios. Desde el 27 de Febrero de 1844 puede que hayan existido ideales o gobiernos con un deber patriótico circunstancial lo que hace de la democracia un deber patriótico por definir. Hoy se nota una dispersión de valores o parámetros cuando se habla de democracia, democracia revolucionaria, social democracia, libertad de expresión, Estado de derecho, etc. Luego todo se resume con la celebración de elecciones donde se practica el ideal de una democracia “perfecta o pretendiendo serlo”. Cabe mencionar el término “partidocracia”, creo que introducido por el activismo revolucionario de antaño o por los testigos de la lucha armada, hoy día de uso común, menos por los partidos políticos que han disfrutado las mieles del poder.
 
Algunos dicen que los números son un misterio si comparamos el número 31 con los 31 años de la Era de Trujillo y los 31 años que faltan para la celebración del II Centenario de la Fundación de la República en el 2044. Si a esos 200 años le quitamos el cero entonces “20 años no es nada”, como dijo Gardel, ni tampoco 50, si nos fijamos en lo que afirma César Medina sobre la democracia dominicana: “Pero la verdad es que este ciclo histórico de una democracia mal entendida y peor aplicada, que lleva ya medio siglo, está pasada de tiempo” (“!Se derrumba el sistema de partidos”. Listín Diario. 22/1/2013). Por eso me asombra que Silvio Herasme Peña no mencione la palabra DEMOCRACIA en su artículo titulado “Oración a Juan Pablo Duarte” publicado en el Listín Diario el 20/1/2013. Su enfoque debió ser más pragmático y menos idealista y/o mediático, por lo menos en interés de resaltar las conquistas de la democracia a partir de 1961 y su rol o medición del desarrollo económico y social, gobierno tras gobierno.
 
Silvio H. Peña relaciona a Duarte con la esencia de la sociedad dominicana. No digo que eso no pueda ser cierto. En lo que a mí concierne prefiero relacionar el ideal patriótico de Duarte con la verdadera esencia de la democracia dominicana, para bien de la sociedad. En los linderos del bicentenario de Duarte, Don Silvio dijo: “que el país no es lo mismo que hubiésemos querido, pero tampoco es un hato manejado por ambiciosos, de amigos de medrar al amparo de la represión, el abuso político, la criminalidad y faltos de toda libertad”. Es una expresión o punto de vista que hay que respetar para honrar la memoria de Benito Juárez. Pero estos tiempos demandan la definición de los retos de la presente y futura democracia.  Y continuando con el misterio de los números, Don Silvio comenta sobre 200 mil millones que los obreros tienen asegurados para garantizar su retiro, entre otras conquistas de la sociedad dominicana. Sin embargo, la rendición de cuentas de la gestión de Duarte dista mucho (guardando las distancias) de la gestión de cuentas de la Cámara de Cuentas, la Contraloría General de la República o de un asilo de corruptos llamado Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa.
 
Si del pasado se trata podemos comenzar con la evaluación de la historia en el interregno 1930-2012 para fortalecer la democracia en la República Dominicana. Basta con aplicar la metodología de la investigación y el pensamiento analítico desligándolo del “quehacer político” del que estamos acostumbrados…o del que podríamos estar aferrados. Luego se compara la obra de cada gobierno (o un gobierno frente a otro) categorizada por un común denominador (o varios) entre los cuales se destacan las obras de infraestructura o físicas, endeudamiento externo, desnacionalización ( inmigración ilegal), deuda pública, déficit fiscal, reformas fiscales, sector eléctrico, ahorro nacional y tipo de cambio, entre otros denominadores que nada tienen que ver con el “quehacer político” o el “buen samaritano” que cada gobierno lleva en sus espaldas. Y en forma de paradoja subir el volumen al merengue de Félix del Rosario, que dice: “Que le tenga con qué, que le quite la vista…así dijo el lobo y se comió a Caperucita”. Y todo porque hay una relación directa entre la salud del Estado Dominicano y la pobreza, uno de los grandes retos que solo se logra con una democracia transparente con tendencia al Estado nación. Dar el primer paso conlleva la prohibición de un mismo candidato para un tercer período después de haber ganado dos elecciones en fechas distintas o de manera consecutiva. Después de todo no estamos en el Paraíso donde “por culpa de esa mordida este mundo se perdió”, como dice la canción de Celia y Willie Colón.
 
La categoría del común denominador en la historia dominicana, como arriba se indica, es algo que brilla por su ausencia. El “quehacer político” ha sido su común denominador desde hace mucho tiempo. Pongamos como ejemplo la libertad como uno de ellos. Ella ha estado estrechamente ligada al “quehacer político” de acuerdo “al cristal con que se piensa”, si se puede decir así. Después de Trujillo siempre ha habido democracia, libertad, libertad de prensa y de expresión de pensamiento. En cierta forma, en el régimen de Trujillo había libertad (aunque no de prensa o expresión de pensamiento) si la comparamos con Cuba y Rusia y sus satélites en sus tiempos. Luego llega la Perestroika. El problema en la Era de Trujillo era la libre expresión del pensamiento y sus secuelas, con el riesgo del asesinato político o torturas, entre otras formas de represión o crimen (aprobadas o no por Trujillo) o contrarias al régimen o su maquinaria operativa. Estoy de acuerdo con Silvio H. Peña cuando dijo: “ahora hemos asegurado un proceso limpio de respeto al individuo y a sus libertades sin que se viva ahora bajo el estigma de una amenaza de nuestras instituciones cívicas”, si entendemos que eso es un logro de la democracia que se reactivó en 1962. Pero también hay que tener la mente clara para entender que no ha habido diferencia alguna en cuanto a la celebración del Día de la Independencia en la dictadura y en la democracia para engrandecer el ideal patriótico de Duarte, Sánchez y Mella. De eso, muchos de ustedes y yo, somos testigo. Aprovecho la ocasión para saludar a la educadora Ermelinda Peña por su libro “El niño libertador”(2003) como relato de la vida de Duarte. Creo que pocas personas se han empeñado para que niños y niñas conozcan la historia de la Independencia y el sentimiento patriótico.
 
 
 

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