NUESTRO VOTO DE CONFIANZA- ¿EN QUÉ?, ¿A QUIÉN?

 

Frank Zorrilla
Frank Zorrilla
Por Frank Zorrilla
¿Alguna vez te has preguntado en qué o en quién debes poner tu confianza?- Muchos consideran que la respuesta no es simple; y algunos escépticos que dudan de la capacidad y generosidad humana, esta pregunta genera un poquito de inquietud... ¿Cómo podemos vivir en esa disyuntiva?- Desde el punto de vista psicológico social, la confianza puede definirse como: Las expectativas que tenemos como individuos cuando compartimos relaciones interpersonales con otros semejantes tomando como base factores que nos benefician o se enfocan en nuestro bienestar. Partiendo desde ese enfoque psicosocial, ¿Debemos entonces, contar con otras personas?– Los seres humanos somos sociales por naturaleza; por lo tanto, nosotros construimos y recreamos nuestra forma de pensar; al igual que cambiamos patrones de comportamiento. Por consiguiente, la confianza es construida socialmente estableciendo coordenadas y cambiando su definición de cómo las personas se deben comportar para construirla, reconstruirla o destruirla. Por inferencia, el asumir y actuar sobre las expectativas de otros y los factores contextuales, puede levantar o inhibir el desarrollo y el sostén de la confianza.
Como dijera el gran matemático y filósofo griego Arquímedes, “Dame un punto de apoyo, y moveré el mundo”. Extrapolando conceptos, “la confianza”, es como ese punto de apoyo. Esa palanca que necesitamos para ejecutar o alcanzar el éxito, o el peldaño para llegar a esa posición deseada o anhelada. También pudiéramos decir, que ella es, esa gran fuerza motriz que nos impulsa a creer en nuestras habilidades, destrezas y conocimientos. Factores físicos y cognitivos que nos inspiran, nos dan seguridad y credulidad en la capacidad para discernir entre lo práctico obtenible y lo puramente teórico utópico. Pero, ¿Cómo diferenciamos una de otra?– Desafortunadamente, experimentaremos situaciones que,  aunque pongamos todo nuestro empeño en la concepción material o materialización de lo que deseamos, tendremos resultados fallidos. Esto como consecuencia de depositar nuestra confianza en lo absurdo. En otras palabras, creamos expectativas en nuestro subconsciente; fraguando una esperanza que no tenemos dominio, ni control porque sólo es una imagen intangible de nuestra imaginación.
¿Quién no ha padecido algún desengaño?, o ¿no se ha sentido desanimado, derrotado y amilanado ante decepciones que han dejado huellas difíciles de subsanar?…El desengaño es sólo producto de aquel que depositó su confianza en otros o creyó simplemente en sus propias habilidades.  
Ya habrás oído antes, la expresión: “Todo es posible, cuando confías plenamente en ti mismo”. Aseveración que, está conceptualizada precisamente sobre la base de las creencias o expectativas arraigadas a la personalidad de cada individuo. Esta frase, como es de conocimiento general, es muy usada por expertos psicoanalistas para levantar el autoestima y  programar nuestro subconsciente a pensar, que podemos lograr todo lo que nos propongamos.  De ahí la pregunta, ¿Debemos confiar en nuestra capacidad intelectual y física? – ¡En lo absoluto!, pero no podemos olvidar que nuestras facultades son limitadas y falibles. Por consiguiente, siempre existirá la posibilidad de errar; especialmente cuando exageramos en nuestra autosuficiencia e híper-valoramos nuestra capacidad. Más no debemos olvidar, que cuando buscamos la ayuda del Supremo, podremos vislumbrar otro horizonte; porque tendremos a nuestra disposición, una inagotable fuente de sabiduría y un inmensurable raudal de energía fluirá por nuestro cuerpo; armonizando cada átomo y cada célula para trabajar unísonamente. Como dicen las Escrituras: “Todo lo puedo en Cristo que me da fortaleza.” 
Dios tiene respuesta a la gran disyuntiva de confiar, “Bendito el hombre que confía en Jehová y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” (Jeremías 17:7-8).  En él y sólo en él debemos depositar nuestra absoluta confianza. Sus promesas nos dan garantía para sentirnos seguros y en control. Ningún hombre en la Tierra posee las cualidades que ameriten nuestra entera credibilidad. No importa su investidura, posición social o valores espirituales. Como dijera el Salmista, “No confíes en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra y en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios”.  (Salmos 146: 3-5). Esto desde luego, no significa que vamos a dudar frenéticamente de nosotros mismos y/o de todas las personas que nos rodean; más debemos siempre razonar, ser cautos y pedir a Dios discernimiento para depositar nuestras esperanzas sólo en su Majestad, poder y gloria. Y que sea nuestro lema, ¡En Dios Confío!  
Dios los bendiga rica y abundantemente,
 
 
 

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