Luis Eduardo Díaz Franjul – eduardofranjul@yahoo.com
Los familiares del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó dijeron que sean o no sus restos enterrados en el Cementerio Nacional de la Avenida Máximo Gómez, “el país debe saberlo, porque el coronel Caamaño se convirtió en el más grande de los héroes nacionales y prócer de la Patria en el pasado siglo XX y merece el homenaje del pueblo al que tanto amó y por el que se sacrificó hasta dar la vida. (“Familias llevarán a justicia a culpables crimen Caamaño”. Listín Diario. 16/12/2012). Como se sabe, hay un Proyecto de ley aprobado por el Senado de la República para que los restos del coronel Caamaño sean llevados al Panteón Nacional.
En la República Dominicana fueron innumerables los crímenes por confrontación política durante la Era de Trujillo (1930-1961), para diferenciarlos de la matanza de miles de haitianos en el 1937 por violaciones fronterizas, a pesar de la ratificación del acuerdo de límites fronterizos del 12 de marzo de 1936 suscrito entre el Presidente Trujillo y el Presidente Stenio Vicent, La inestabilidad política en el período 1961-1965 tuvo su climax con la revolución del 24 de abril de 1965 y la intervención militar norteamericana cuatro días después para “evacuar american citizens y proteger intereses norteamericanos en la República Dominicana”, entre otras motivaciones ulteriores. La intervención militar fue solicitada por el coronel Pedro Bartolomé Benoit ante el avance de los militares defensores de la Constitución del 1963 y el pueblo que se les unió, llamados todos constitucionalistas.
Posteriormente el Dr. Joaquín Balaguer gana las elecciones del 1ro. de junio del 1966 para dar comienzo a lo que se conoce como “Los 12 años de Balaguer” producto del triunfo en las urnas del Partido Reformista en 1966, 1970 y 1974. Resulta vencido en los subsiguientes torneos y luego recobra el poder en 1986, 1990, 1994, a pesar de que último período (1994-1998) fue recortado en dos años debido a la crisis político-electoral. En los primeros “12 años de Balaguer” hubo estabilidad democrática (elecciones cada 4 años) pero no política, donde lo que se podría llamar “muertes por confrontación política con tinte revolucionario” era una constante. A estas alturas hay que diferenciar la dictadura de la democracia y de la libertad de prensa o la libre expresión del pensamiento imperante en todos los gobiernos del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Partido de la Liberación Dominicana (PLD), para concluir con la ausencia casi total o total de “muertes por confrontación política con tinte revolucionario” en los períodos de gobierno del PRSC (1986-1990 / 1990-1994 / y 1994-1996) con Joaquín Balaguer como presidente de la República.
Desde Cuba salieron dos expediciones hacia la República Dominicana. La primera, el 14 de junio de 1959 para combatir la dictadura de Trujillo, integrada por dominicanos en el exilio, apoyados por Cuba y Venezuela, junto al grupo de solidarios internacionales que se les unió. De acuerdo al señor Manuel García Arévalo, no se trataba de “expedicionarios comunistas sino de amantes de la libertad y democracia” de la República Dominicana (“No eran comunistas, eran valientes dominicanos. Listín Diario. 4/11/2012). La segunda expedición, el 3 de febrero de 1973 (denominada “Playa Caracoles), comandada por Francisco Alberto Caamaño Deñó, líder de la Revolución de Abril, e integrada por un reducido número de dominicanos, vino a combatir a un gobierno nacido de la voluntad popular (PRSC), la misma que se ha manifestado en las urnas y ha favorecido a todos los partidos políticos por igual, con o sin pataleo, extensivo a los partidos minoritarios aliados.
En el caso de los expedicionarios, tanto en la dictadura como en el sistema democrático, había una desventaja desde el punto de vista numérico-militar debido a la superioridad armada de ambos regímenes, con la diferencia de que había (y hay) un Estado de derecho desde el 1966 tan pronto el PRSC gana las elecciones. Entonces puede decirse que no existe ninguna diferencia entre: (a) libertad, (b) democracia, (c) Estado de derecho y (d) libertad de prensa o libre expresión del pensamiento; de lo contrario es: (e) dictadura, (f) ocupación (haitiana, norteamericana u otra), o (g) cualquier otra cosa distinta a la democracia que hoy vivimos. Obviamente, esto es paralelo al debate interpretativo o partidista o lavado de cerebro que se quiera poner en práctica para “tratar de subir” o “subir en el palo” cada cuatro años. Estamos hablando de la demagogia, el clientelismo político u otras “alternativas” que da el poder, o fuera de él, con la finalidad de “subir en el palo”.
Ante una desventaja numérico-militar la inmolación está implícita con tal de lograr un fin, independientemente del éxito o fracaso de la expedición o enfrentamiento, según los casos y los motivos. Creo que había razones suficientes (y así lo entendieron los expedicionarios) para inmolarse en 1959; no sé si las hubo en 1973 pues quizás no todo el mundo sabe (o supo) de los motivos o del ideal de los expedicionarios para combatir un gobierno dentro de un Estado de derecho, asunto que hay que debatir en una democracia de 51 años en la que todavía hay muchas cosas que entender, aprender y consolidar, más aún si vislumbramos la República Dominicana como Estado-nación con fuerte identidad cultural y fuerte integración socio-política. Aunque la democracia se construye paso a paso, quizás así lo pudieron haber entendido y querido los expedicionarios y opositores al régimen de Trujillo o de un Estado de derecho. En realidad vale la pena morir por una causa o ideal, o por la defensa de un ideal, siempre y cuando sea noble y justo, de lo contrario cabría la pregunta póstuma a los Padres de la Patria para saber más sobre el “correcto ideal” que no tergiverse la historia y la democracia y honre a sus verdaderos héroes, en vida o muerte. De algo hay que partir.
Hace pocos días presenté un trabajo de la república Dominicana como Estado-Nación (Google: Estado-Nación o subido en el palo). Este análisis es paralelo al lema, emblema, color o símbolo de los partidos políticos dentro de ese período, para no desvirtuar la objetividad de la historia. Aún así me pregunto si es tarea de la historia o del Senado de la República determinar el traslado de los restos del coronel Caamaño al Panteón Nacional: (a) si en base a su condición de Héroe de Abril, como también se le llama, o (b) Jefe de la Guerrilla de Caracoles, “para que reposen junto a los restos de aquellos que dieron su vida y su fortuna por la Independencia Nacional. Recuérdese a los otros Padres de la Patria”, para citar al articulista del Listín Diario, Don Silvio Herasme Peña (“El caso del cadáver”. Listín Diario. 16/12/2012).
Con el debido respeto, de ser el caso, (aunque los restos de Duarte, Sánchez y Mella no reposan en el Panteón Nacional sino en el Parque Independencia) me permito aclarar a Don Silvio H. Peña que los Padres de la Patria “no se inmolaron” sino que “dieron su alma” junto a “todo un pueblo” para la conquista de nuestra independencia en 1844. De no ser el caso, le ruego a Don Silvio que por favor acepte mis excusas. De ser el caso, y en primer lugar, el 27 de febrero de 1944 fue la historia del momento al igual que la expedición del 14 de junio de 1959. Y en segundo lugar, el desembarco Playa Caracoles del 1973 fue realizado dentro de un Estado de derecho. Aún así entre todos ellos no hay diferencia alguna para entregar la vida o el alma en la defensa de un ideal previamente definido y justificado reflejado en el combate o lucha armada. Llevar la discusión al plano personal, partidista o congresional es “harina de otro costal”. También hay que comprender que los miles de dominicanos que murieron después del 28 de abril en 1965 de cierta forma se inmolaron, si es que no olvidamos la desventaja numérico-militar de los constitucionalistas-revolucionarios en comparación con el poderío norteamericano, las Fuerzas Armadas Dominicanas, la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), para terminar con el despliegue diplomático que dio fin a la contienda bélica que más o menos coincidió con la llegada de Juan Bosch al país en el mes de septiembre de 1965. Presencié el corto, discreto y cauteloso discurso de Juan Bosch en el Obelisco Macho, pero sobre todo el fuerte y cariñoso abrazo entre él y el coronel de Abril. Tranquilidad y paz a sus restos y que la historia los juzgue como creo que así será.
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