Aspiraciones Del Pueblo Frente A Las Campañas Políticas



 

Bienvenido Heredia
Bienvenido Heredia
Uno De Los Logros Más Importantes De Los Últimos 15 Años, Ha Sido La Eliminación, Vía La Constitución Dominicana, De La Realización Bianual De Elecciones Nacionales.
Hasta la aprobación del último texto constitucional, el 26 de enero del 2010, los dominicanos estábamos permanentemente en campaña electoral: hasta el presente año 2012, se realizaban elecciones cada 2 años, unas congresuales y municipales y, las otras, presidenciales. Con las del próximo 20 de mayo termina ese innecesario despilfarro de los procesos electorales permanentes. Las próximas, gracias a Dios, serán en el 2016, dentro de cuatro años.
Esas competencias bianuales provocaban que todos los años los partidos políticos se enfrascaran en contiendas internas desde sus pre-campañas y, por vía de consecuencia, el país todo se veía involucrado en esos ajetreos interminables: ver, escuchar y sufrir la bulla de los mítines, las caminatas, las concentraciones, los bandereos y la publicidad inacabable, tanto de los aspirantes  como de los partidos mismos, se había convertido en el pan nuestro de cada día.
Nadie puede negar que volver a la realización de elecciones cada cuatro años es un paso de avance en el adecentamiento de la actividad política. Sin embargo, todavía hay que seguir avanzando.
El País, tanto  el país político como los desinteresados en esas actividades, tiene fe de que los procesos electorales por venir sean cada vez menos tumultuosos: que desaparezcan las disco lights (disco lais) que tanto daño hacen a la salud, que se gaste menos dinero en mítines y caravanas, que se ensucien menos las ciudades y pueblos con afiches y pancartas. En fin, que se realice una campaña de discursos y propuestas para convencer a los votantes y conquistar el voto.
El país espera también que quienes aspiren a ocupar puestos gerenciales en el Estado (Concejales, Alcaldes, Diputados, Senadores, Presidente y Vicepresidente), no sólo hagan campaña basados en una consigna o slogan sin sustancia. Un apodo o un estribillo de una canción, no le dicen nada a la población que espera soluciones a los problemas que nos agobian desde hace decenios.
Los votantes queremos saber cómo se coordinarán los esfuerzos para resolver el problema de la energía eléctrica, el de la producción agropecuaria, el mejoramiento de la salud, el aumento de la calidad en la educación, la creación de mayores fuentes de empleo, el aumento de la productividad y la competitividad comercial, el problema del tránsito público, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana, el combate a la corrupción, el combate al crimen organizado y al lavado de activo, etc.
Queremos saber qué papel jugaremos los ciudadanos de a pie, porque sin nuestro voto nadie gana puestos. Queremos saber también qué parte del papel (no pastel) del Estado será aplicada en nuestros pueblos y barrios. Qué importancia tenemos para nuestros gobernantes, en tanto somos la materia prima de sus ejecutorias.
En Barahona, por ejemplo, queremos saber si tendremos un nuevo y moderno mercado público, una planta de tratamiento de las aguas residuales, un eficiente sistema de alcantarillado sanitario y pluvial, un nuevo y saludable matadero municipal, entre otras importantes, necesarias y urgentes obras locales.
Esas son las más concretas y sencillas aspiraciones de nuestro país en las campañas electorales para con los políticos de nuestra nación. Porque Sin nosotros,  sencillamente, no hay elecciones.

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