
LUCHÓ EN LAS DOS ETAPAS, POR MÃS DE TREINTA AÑOS, POR LA INDEPENDENCIA DE CUBA
Por Julio MarÃñez/http://www.listindiario.com
Santo Domingo
Un buen estipendio para los servicios de Dios, se creÃa, libraba a los grandes señores del pecado.
Las conquistas sociales no habÃan tomado cuerpo por estos predios. Para el año 1836 y siguientes ya el pueblo dominicano estaba hastiado de las botas del haitiano invasor.
- “Recio e invensible, mantuvo encendido el coraje heroico de la Guerra de Independencia de Cuba†.Rufino MartÃnez
Duarte y sus seguidores de la Sociedad Trinitaria habÃan llegado a la profundidad del sentimiento patrio de la juventud dominicana.
ExistÃa en el ambiente dominicano, una conmoción tan antihaitiana, como de identificación con la independencia nacional.
El padre Andrés Rosón, de nacionalidad española, no escapó, en los dÃas de la Independencia (1845) de la participación patriótica, enfocada lógicamente desde su óptica clerical y continental.
En un discurso pronunciado en la Iglesia de Banà con motivo del primer aniversario de la Independencia, el 24 de noviembre del año 1845 (Máximo Gómez tendrÃa 9 años de edad), el presbÃtero Rosón decÃa; Después de 22 años de humillante servidumbre bajo la dominación tiránica de un gobierno bárbaro…
etc., haced que en la República Dominicana florezcan la religión y las buenas costumbres, que tengamos paz con los extraños y con nosotros mismos.
Bendecid al Jefe Ilustre, (Pedro Santana), que preside nuestros destinos, que vuestro espÃritu de sabidurÃa y fortaleza dirija sus operaciones y haced en fin ¡Oh Dios de misericordia! Que prosperando nuestra patria, vivamos tranquilos y felices, etc., (Referencia: La Constitución de San Cristóbal, Págs. 282- 283. E. RodrÃguez Demorizi).
Para el año 1856 el joven Máximo Gómez se habÃa integrado al ejército de liberación nacional y sus primeras preseas se las engalanó como aguerrido alférez de un escuadrón de CaballerÃa formado principalmente por banilejos, sin que este hecho lo sacara del montón.
Este acontecimiento nos lo describe el Dr. Benigno Sousa (médico militar), como sigue: En la batalla de Santomé, el 22 de Diciembre de 1856, sangrienta y definitiva derrota de los haitianos, recibe Gómez su bautizo de fuego. La CaballerÃa de BanÃ, “Jinetes de Lanza y Machetes de Caboâ€, en la cual figuraba como alférez, se llena de gloria, decidiendo la acción.
Siguió su carreta militar, disciplinada y austera, santo y seña de toda su vida. Ya en el año 1861 cuando se produjo la anexión; Máximo Gómez era Capitán de CaballerÃa.
Consiguió ser colocado en el gobierno anexionista como Secretario del Ayuntamiento de San José de Ocoa, donde pasó la mayor parte del perÃodo de la anexión.
Se tienen informaciones fidedignas de que entre el coronel Valera, Heredia, Tejeda, Marcano, Lucas DÃaz y seguidores, (todos de color blanco), se estaba gestando un movimiento de apoyo a las corrientes restauradoras, sin embargo, enmarcándose en las circunstancias de Banà en esa época una población blanca casi en su totalidad, engendrada por españoles canarios principalmente.
Máximo Gómez, con la formación educativa, religiosa y militar que poseÃa, en un pueblo que habÃa mantenido sus raÃces casi intactas de sus progenitores blancos, recibe la llegada a BanÃ; la Perla del Sur, en forma ruidosa la lucha intestina de la Restauración bajo la jefatura suprema del valeroso general Pedro Florentino, de raza negra.
Pedro Florentino, caudillo militar restaurador del sur, regresa a Banà racialmente prejuiciado. Fruto de algunos reveses que sufrió de parte de las fuerzas anexionistas y españolas combinada al mando del Mariscal de Lagándara. Cometió actos criminales; fusilamientos masivos, familias mayormente de raza blanca, entre ellos, Rudecindo Pimentel y sus dos hijos, cuñado y sobrinos de Máximo Gómez, despojo y quema del poblado de BanÃ.
Impresionado por la presencia insegura de su madre y hermanas en el poblado, el capitán Máximo Gómez regresó a BanÃ, unificó un ejército improvisado entre soldados, familiares y amigos y acosaron del pueblo a Florentino y sus secuaces.
AhÃ, en esa coyuntura de la guerra, se segó la posibilidad de que Máximo Gómez pudiera participar en la Restauración.
La patrioterÃa aldeana imprimÃa su sello.
Pedro Florentino cayó al final de su vida militar, acosado por los anexionistas hasta la tierra de nadie entre Haità y República Dominicana, y en estado depresivo, se dedicó a la bebida alcohólica y en uno de sus excesos fue muerto por uno de sus oficiales.
Vale señalar que el origen de la idea anexionista del presidente Pedro Santana surgió principalmente de su falta de fe en la viabilidad de la República Dominicana. Su adversario interno, el expresidente Buenaventura Báez, corrió la especie de que con la dominación española, volverÃa a establecerse la esclavitud en Santo Domingo, como existÃa en su colonia de Cuba en ese momento.
Esta percepción generó el levantamiento de guerra de guerrillas en toda la nación, con la preponderancia de valerosos patriotas de color.
El hecho de que la mayor parte de restauradores que habÃan ganado principalÃa eran de raza negra (Luperón, Monción, Cabrera, LilÃs, Florentino y otros tantos), les estrechaban la posibilidad de éxitos en lo personal y nacional a Gómez y sus amigos banilejos. La misma participación de Gaspar Polanco, que antes habÃa sido anexionista y después fue jefe restaurador le dificultaba las posibilidades de éxito a otros anexionistas con mejor formación académica y militar que los patriotas, generales improvisados de la Restauración, para escalar poder y gloria en esas huestes reivindicadoras. En ese marco de circunstancias salieron del paÃs hacia Santiago de Cuba, en el mes de julio del año 1865, Máximo Gómez, Lucas DÃaz, Francisco Heredia, Tejeda, Marcano y Valera entre otros banilejos ilustres, como oficiales de la reserva del ejército español.
Profundas reflexiones, autorecriminaciones y decisión, tallaron el poderoso espÃritu reivindicador de esta gloria de la libertad y del antirracismo auténtico que hoy es Máximo Gómez.
Reflexiones tan profundas y humanas harÃa Máximo Gómez, como la tuvieron que hacer casi todos los independentistas de América de origen español; desde Miranda, BolÃvar, San MartÃn, Lamar, Gaspar Polanco, Iturbide y otros tantos que primero vistieron el uniforme español y luego identificado el concepto patrio, elevaron sus estrellas a las cumbres del heroÃsmo Indoamericano, en cada uno de sus pueblos.
El mismo Gómez dijo: “Cuanto hice en Cuba, como humilde y devoto soldado de la libertad, lo hice a nombre del pueblo dominicano, cuyas miradas estaban fijadas en mÃâ€.
Dijo el nóbel historiador dominicano don Rufino MartÃnez: “El nuevo escenario (el de Cuba) le removió energÃa en potencia, y de él surgió el temple gigantesco, superior a las alterativas de la suerte, a las durezas y reveses de la guerra y las conspiraciones de la envidiaâ€.
“GeneralÃsimo de las huestes cubanas, le mantuvo encendido el coraje heroico con que hiciera de aquella guerra una de las más dramáticas de las independencias de América. Recio e inflexible por la disciplina, insuperable por el valor intuitivo y fecundo en la estrategiaâ€.
Sigue diciendo Don Rufino MartÃnez: “Máximo Gómez luchó en las dos etapas (por más de 30 años) de la emancipación cubana, como en una marcha ascensional hacia la gloria, empinándose en la última, para cerrar el cielo de los grandes libertadores de un Continente.
“Dotado de vocación para el heroÃsmo, desde la primera guerra se descubrió en él la perspicacia cubana, representada por el egregio MartÃ, las cualidades de paladÃn requerida para marchar a la conquista de la libertad.
“Sobre la altura iluminada del triunfo, hostilidad, postergamiento, desdén e ingratitud buscaron amargarle el alma, como Forastero que debÃa ya retirarse, pero no prevalecieron; y cuando la gratitud se apresuró a concederle el primer honor, tuvo un gesto de abnegación, con el cual reafirmó su contextura de gran varón forjado para la epopeya.
“Dominicano de cuerpo y alma y cubano de corazón, padeció trágicamente luchas Ãntimas, pero ellas no abatieron al héroe. Noble campeón del ideal de libertad, no como aspiración de un grupo, sino de la humanidad. El heroÃsmo guerrero dominicano no ha rallado a más alturaâ€, fin de la cita.
La creación de la provincia de los banilejos fue motivada, entre otras cosas, por el hecho de que el entonces presidente Rafael Leonidas Trujillo deseaba ponerle el nombre de su progenitor el también banilejo José Trujillo Valdez. Se produce el ajusticiamiento, en el año 1961 y el nombre de Máximo Gómez aparece exaltado a su máximo reconocimiento por la triunfante revolución Cubana del 1959.
Ese hecho, nueva vez, le creó dificultad, por razones ideológicas a la figura de Máximo Gómez para que nuestra provincia se honrara con su nombre.
Han pasado casi 50 años de vida democrática y hoy por hoy están dadas todas las condiciones para que la provincia Máximo Gómez sea una realidad como son las provincias Duarte, MarÃa Trinidad Sánchez, Espaillat, Santiago RodrÃguez, Salcedo, ElÃas Piña y Sánchez RamÃrez, Monseñor Nouel, en honor a estos próceres y adalides de la independencia y la restauración dominicana.
Sin embargo, el hecho de que dicho proyecto fue presentado por el Partido de la Liberación Dominicana, de inicial orientación marxista, creó ojeriza (hace 25 años), a sectores conservadores de la sociedad dominicana, no viendo el tema en la justa y gigantesca dimensión de un hombre ejemplar para las generaciones del porvenir dominicano y continental.
Señores legisladores del PLD, del PRD, del PRSC y partidos emergentes, el pueblo dominicano espera que en esta coyuntura histórica, sepan ustedes, aprovechar la oportunidad de honrar a uno de los grandes adalides de la Independencia americana, si no es hoy será mañana, pero seguro que será, no pierdan esta valiosa oportunidad de colocarse, del lado del heroÃsmo, que glorificara a toda la familia banileja, y en ella al pueblo dominicano. Emulemos al poeta Mendoza Guerra, cuando nos dice: “Bendita mil veces sea, tierra que besó MartÃ; la que guarda las preseas del guerrero de BanÃâ€. 1915.
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