Juan Francisco Mojica
Hace tiempo que la gran mayorÃa de la población dejó de creer en lo que dicen y hacen los polÃticos porque de tanto decir una cosa y hacer otra, las múltiples decepciones y frustraciones, el transfuguismo y las tantas divisiones los han desacreditado y desprestigiado, a todos sin distinciones.
Obviamente, hay una porción de dominicanos, que por razones económicas se ha dejado arrastrar por el activismo, y la efervescencia polÃtica y se ha mantenido legitimando el mal comportamiento polÃtico.
Sin embargo, la opinión generalizada que tiene la población es que todos los polÃticos son corruptos, y que no se distingue uno del otro. La gente ya no vota a favor de los polÃticos sino en contra de los polÃticos inmorales.
Aunque esa misma gente en los sondeos y en las elecciones se inclina por un lado para favorecer a los polÃticos tradicionales, por el otro, rechaza su desempeño económico y ve en estas administraciones poca esperanza.
Cuando ellos están en la oposición dicen que van a resolver los problemas sociales pero cuando están en el gobierno, se dedican a llenarse los bolsillos con el clientelismo, el tráfico de influencia y la corrupción.
Hasta el dÃa de hoy, después de cuatro décadas democráticas, los polÃticos no han resuelto un solo de los problemas sociales. Y aun asÃ, tienen la cachaza de seguir prometiendo villas y castillas para engañar a la población.
Hay polÃticos, incluso de los llamados emergentes y algunos de izquierda que se han cansado de tanto esperar y han empezado a brincar la talanquera de forma individual, y hasta de forma colectiva se han aliado a los polÃticos tradicionales para servirse también de los bienes públicos.
Los polÃticos serios y honestos quedan muy pocos. Se han alejado de la actividad polÃtica porque el ejercicio honorable no existe en polÃtica.
Pero no todo esta perdido, todavÃa hay muchos dominicanos que brillan por su dignidad y su decoro y algún dÃa serán el estandarte de la lucha electoral.
La gente ha empezado a reclamar el concurso y la participación de nuevas figuras emergentes. El desmantelamiento de las viejas estructuras institucionales y la implementación de un auténtico proceso de transformación democrática.
Es el momento para comenzar a educar a la población, a denunciar la mentira y el engaño, a asumir un compromiso ético y moral, y a distanciarse de las condiciones de los sectores poderosos, pero sobre todo a romper con esta falta de credibilidad con el fin de que podamos sustentar una propuesta que pueda ser asimilada por la población.
Hay que impulsar la construcción del nuevo liderazgo que sustituya al desprestigiado y desacreditado sistema polÃtico cuyas administraciones de turno sólo nos han servido para crear miseria y pobreza con la aplicación de polÃticas excluyentes, corruptas y entreguistas.
Por eso valoramos el gran esfuerzo de muchas personalidades democráticas y progresistas, que a pesar de la gran discrepancia, se han agrupado con el fin de enviar un mensaje de esperanza al pueblo dominicano.
Mientras más fomentamos la unidad, más fácil se hace educar a la población y más fácil también se hace llegar al poder.
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